25/03 TRABAJO A DISTANCIA: CUARTA CLASE

25/03 TRABAJO A DISTANCIA: CUARTA CLASE

¡Hola chicos! continuamos con nuestro trabajo virtual. La clase pasada leímos un cuento de Bradbury y estuvimos charlando un poco.

Hoy les comparto una guía de actividades.

Lo que les pido es que creen en sus blogs una entrada para ir compartiendo las actividades. Son 4 consignas. Les pido que, al terminar cada consigna, la suban a sus blogs.

19/03 TRABAJO A DISTANCIA: TERCERA CLASE

19/03 TRABAJO A DISTANCIA: TERCERA CLASE

Hoy vamos a comenzar a leer nuestro libro: Las doradas manzanas del sol. Se trata de un libro de cuentos, y el primero que vamos a trabajar es el cuento “La Sirena”.

Ayer comenzamos con una actividad de anticipación.

¿QUÉ ES UNA SIRENA?

  • La mayoría de ustedes respondió con una definición parecida a la siguiente:

Una sirena es una criatura mitad pez y mitad humano. De la cintura para arriba es humana y de la cintura para abajo tiene una cola de pez. (http://beltrandelaferrere.cumbresblogs.com/)

Estos son algunos de los dibujos que hicieron:

  • Sin embargo, algunos de ustedes dieron dos definiciones distintas. Veremos un ejemplo:

Para mi, una sirena puede ser varias cosas, por ejemplo: Está la sirena de las ambulancias y los autos de policía, que sirve para comunicar y avisar que hay una emergencia a gente en un largo radio; también puede ser la sirena del mar, que aparece frecuentemente en cuentos de hadas o de Disney, como «La Sirenita», y viven en castillos debajo del océano. (http://juanignaciogarces.cumbresblogs.com/)

LA CONSIGNA DE LA CLASE DE HOY: 

Hoy vamos a leer el cuento. Veremos si encontramos lo que esperábamos, o algo diferente.

Más adelante, vamos a analizar el cuento con consignas específicas. Pero la consigna de hoy pretende que empiecen a disfrutar del placer de la lectura. Por eso, es importante que hoy sigan estas especificaciones:

  1. En la medida de lo posible, utilizar el libro y no un dispositivo electrónico. Quizás a ustedes les parezca mentira, pero leer de un libro cansa menos la vista y hace que la lectura sea más fácil y, por lo tanto, mucho más llevadera. Si no tienen el libro, pueden utilizar la computadora y, en el peor de los casos, el celular (que siempre resulta más incómodo para leer, por el tamaño de la letra). Si tienen el libro, busquen el cuento «La Sirena». Si no, pueden sacarlo de páginas como esta: https://ciudadseva.com/texto/la-sirena/
  2. Busquen un lugar tranquilo en casa. Si pueden estar solos, mejor. Traten de sentarse en algún lugar cómodo, pero no demasiado (no es recomendable acostarse en la cama). Busquen que ese espacio esté bien iluminado. Leer no es lo mismo que mirar la tele; lleva un esfuerzo adicional. Por eso, si nos ponemos MUY cómodos, es más probable que nos quedemos dormidos. La luz es fundamental para que nuestra vista no trabaje demasiado.
  3. Si quieren, si pueden, si lo tienen a disposición…  busquen algo rico para comer o tomar. La idea es que el momento de la lectura sea un momento de disfrute.

¡Y ahora, a leer!

 

18/03 TRABAJO A DISTANCIA: SEGUNDA CLASE

18/03 TRABAJO A DISTANCIA: SEGUNDA CLASE

Hola chicos. Hoy vamos a continuar nuestro trabajo virtual.

Hoy tenemos una clase de transición entre dos actividades. Vamos a terminar lo que quedó pendiente del lunes y vamos a comenzar una actividad que terminaremos mañana.

Entonces…

  1. Todos tienen que tener en el blog (o, en su defecto, me tienen que haber enviado por Handing) las oraciones analizadas en forma individual. Revisen y corroboren que esta parte esté terminada.
  2. Si esto está, pasen a la segunda parte de la actividad, que es la parte grupal. Pueden encontrar la consigna en esta entrada en el blog: https://camilaaliberti.cumbresblogs.com/2020/03/16/16-03-trabajo-a-distancia-primera-clase/

NO SE OLVIDEN DE PONER EL NOMBRE DE TODOS LOS INTEGRANTES DEL EQUIPO EN LA HOJA QUE ME ENVÍEN POR HANDING, POR FAVOR.

  1. Una vez que terminen la actividad del lunes, y que me entreguen la hoja del grupo, pueden dar comienzo a la actividad de mañana.

Mañana vamos a comenzar a leer el primer libro del año: Las doradas manzanas del sol. Se trata de un libro de cuentos, y el primero que vamos a trabajar es el cuento “La Sirena”. Hoy vamos a comenzar con una actividad de anticipación.

CONSIGNA DE TRABAJO: ¿QUÉ ES UNA SIRENA?

Sin preguntarle a nadie, ni a Google, y solo con su conocimiento previo, respondan esta pregunta. Expliquen con sus palabras y acompañen la idea con un pequeño dibujo. Esto bastará para empezar.

Publiquen esta respuesta en el blog, en una entrada que tenga como título: 18/03 y 19/03 TRABAJO A DISTANCIA: SEGUNDA Y TERCERA CLASE

Mañana van a seguir trabajando sobre esta entrada.

16/03 TRABAJO A DISTANCIA: PRIMERA CLASE

16/03 TRABAJO A DISTANCIA: PRIMERA CLASE

Hola chicos: comenzamos el trabajo a distancia. En esta oportunidad vamos a tener solo una hora de clase (de 10.05 a 10.45).

Como veníamos trabajando con sintaxis, vamos a continuar pero con otra metodología.

Vamos a dividir la clase en dos partes.

PRIMERA PARTE (10.05 A 10.25)

En forma individual, y en papel, van a analizar el siguiente corpus de oraciones:

CORPUS DE ORACIONES PARA PRACTICAR

Luego, tienen que subir el trabajo al blog en una entrada que se titule 16/03 TRABAJO A DISTANCIA: PRIMERA CLASE (suban una foto del trabajo).

ACLARACIÓN: podrán encontrar el mismo corpus de oraciones en otra entrada al blog, ya que lo había subido para la clase presencial, que se canceló. Por eso, el corpus de oraciones es el mismo que encontrarán en esta entrada ( https://camilaaliberti.cumbresblogs.com/2020/03/11/contenidos-generales-de-sintaxis-revisamos-en-grupo/), pero la metodología para el trabajo será otra.

SEGUNDA PARTE (10.25 A 10.45)

La segunda parte del trabajo será grupal. La idea es que trabajen con los grupos de la última clase. Si alguien faltó y no tiene grupo, puede elegir a un compañero y sumarse a su grupo.

Tienen que crear un grupo (de whatsapp o de handing) con todos los integrantes del equipo.

Cada uno va a compartir su foto, con sus oraciones. Entre todos van a corroborar que todas las oraciones estén iguales. Cada integrante del equipo revisará una oración (es decir, uno de ustedes revisará todas las 1, otro todas las 2, otro se ocupará de las 3…).

Si todas las oraciones están iguales, eligen un trabajo (será lo mismo cualquiera, porque serán todos iguales) y me enviarán la foto en la conversación de Handing.

Si tienen diferencias menores (algún olvido, algún error por distracción) quien lo detecte le avisará a quien lo cometió para que pueda corregirlo.

Si tienen diferencias mayores (marcaron lo mismo como OD/CIRC o MD/MI, o algunos consideraron un sintagma como parte del sujeto y otros como parte del predicado) entonces me enviarán todas las opciones que tengan (también, compartiendo las fotos por el grupo de Handing).

Les pido que solo un integrante del grupo me escriba por Handing para enviarme las fotos, y que me indique los nombres de todo el equipo.

La clase que viene comentaremos sobre las correcciones.

ORACIONES ANALIZADAS

CONTENIDOS GENERALES DE SINTAXIS: REVISAMOS EN GRUPO

Como pasa con cualquier disciplina de carácter acumulativo, estudiar sintaxis implica ir acomodando un conocimiento sobre el otro. Necesitamos conocer bien los contenidos básicos de sintaxis, para poder aprender nuevos (más complejos). Para entender la estructura de nuestra lengua, necesitamos ir de lo más simple a lo más complejo, sin dejar nada por el camino.

Por eso, antes de comenzar con nuevos contenidos, vamos a volver sobre los pilares.

A continuación podrán encontrar un apunte de la clase en la que revisamos los contenidos básicos:

CONTENIDOS GENERALES DE SINTAXIS

Si bien lo estudiamos a modo de clase magistral, lo hicimos muy rápidamente. Por eso, para apropiarnos bien de la base de la sintaxis, vamos a llevar adelante una dinámica de grupos.

Cada una de las mesas del curso se especializará en un aspecto:

  • El sujeto (SES, SEC, ST)
  • Modificadores del sujeto (MD, MI, APO)
  • El predicado (PVS, PVC)
  • Modificadores del predicado (Cto CIRC, CIRC)
  • Modificadores del predicado (OD, OI)

El grupo recibirá un corpus con oraciones, y tendrá que abocarse a revisar el tema correspondiente.

CORPUS DE ORACIONES PARA REVISAR EN GRUPO DE EXPERTOS

Luego, nos organizaremos en nuevos grupos. Estos grupos tendrán un experto de cada tema. Juntos, analizarán nuevamente el corpus de oraciones y recibirán un nuevo corpus para trabajar.

CORPUS DE ORACIONES PARA PRACTICAR

La última parte de esta actividad será un examen individual. El grupo que obtenga el mejor promedio ganará un punto extra para cada uno de sus integrantes.

LITERATURA Y MI IDENTIDAD

Nuestro programa del año es LITERATURA E IDENTIDAD.

Pero, antes de empezar a trabajar con los textos de otros autores, la idea es que podamos tomarnos un momento para reflexionar sobre nosotros mismos y que podamos establecer una relación entre nuestra identidad y el arte (y la literatura). Para eso, vamos a realizar una PALETA DE INTELIGENCIAS MÚLTIPLES.

Paleta Inteligencias Múltiples 

RUBRICA PARA LA CORRECCIÓN – LITERATURA Y MI IDENTIDAD

 

¡Bienvenido 2020!

Bienvenido 2do año del Colegio Las Cumbres a un nuevo curso de Lengua y Literatura

Después de todo un verano de descanso, ponerse en marcha puede costar un poco… por eso vamos a comenzar el año con una «entrada en calor», como si fuese un entrenamiento deportivo.

Nuestra primera actividad del año será práctica; un ejercicio de escritura sencillo, pero que nos va a servir para entrar en ritmo.

Consigna de trabajo:

  1. Escribir un relato en el que se cuente algún episodio vivido durante las vacaciones. Puede tratarse de un episodio llamativo, digno de mención, o puede tratarse de un episodio cotidiano, de lo más ordinario. Lo importante es que se presente de manera narrativa. ¡Atención! Hay que tener en cuenta que no se está pidiendo que se relate lo que se hizo en las vacaciones. La idea no es presentar una crónica de viajes, ni un recuento de paseos. Tienen que elegir algún episodio concreto, y narrarlo.

 

Vamos a un ejemplo:

Era temprano. Serían las 9 de la mañana, no más tarde que eso. La niña tenía hambre, y por eso tuve que abandonar el cómodo sillón en el que me había acomodado a mirar el noticiero. Una noticia sobre el clima quedó por la mitad, y yo ya no pude saber si aquel día llovería hacia el final de la tarde.

Me levanté despacio, porque estaba de vacaciones y podía perder el tiempo. Pero los bramidos de la pequeña aceleraron mi ritmo y, de pronto, ya estaba en la cocina. Abrí la heladera y tomé el agua (Glaciar, baja en sodio). Luego vertí exactamente 120 mililitros en la pequeña mamadera de plástico. La llevé al microondas y programé el equipo para que la calentara durante tan solo treinta segundos.

Treinta segundos son muy poco tiempo, y sin embargo el tiempo muerto entre tarea y tarea me invitó a la reflexión. Pensé en que era muy conveniente vivir en este milenio, y disponer de electrodomésticos como el microondas, que facilitan la vida. Mi madre me calentaba la leche al fuego, y seguramente debía dedicar muchos más minutos de su día a la simple tarea de darme de comer… ¿o acaso mi madre tenía microondas, y era mi abuela la desdichada que no podía disfrutar de esta ayuda doméstica?

El bip bip biiiiiip del microondas me sacó del ensimismamiento en el que había caído rápidamente y supe que era hora de completar mi tarea. Extraje la mamadera con agua y la posicioné junto a la lata de leche maternizada. Abrí el plateado producto y, en su tapa azul, encontré la cucharita que servía, además, como medida. Está siempre en la tapa; quienes elaboran el producto lo pensaron así, para que no se pierda. Una cucharada, dos cucharadas, tres y cuatro. Una por cada 30 mililitros de agua. Luego tapé la mamadera con su correspondiente tapa rosca y, con una mano, la batí.

Las partículas de la leche en polvo se fueron mezclando con el agua, una por una. Una por una, es verdad, pero tan rápidamente que en pocos instantes la leche estaba lista.

Pronto regrese al living, donde mi niña me esperaba ansiosa. En la tele había reaparecido el hombre que, en el noticiero de la mañana, informa sobre el tiempo. Esa tarde no llovería.

 

Para la segunda parte del trabajo, vamos a introducir una problemática con la que vamos a trabajar durante todo el trimestre.

¿Cómo interviene lo sobrenatural en la literatura?

A partir de esta pregunta, trabajaremos con la segunda consigna.

Consigna:

  1. Pensar un evento sobrenatural que pueda intervenir en el relato.

¿Cómo? De la manera que se les ocurra ¿Qué elemento? Sean creativos.

Es posible que tengan la mente en blanco, es posible que después de las vacaciones sientan que no se acuerdan cómo hacían para resolver las consignas de clase tan rápidamente. Es posible que añoren la tranquilidad de enero…

En ese caso, les propongo una solución. Cambien su relato con el de un compañero, lean el relato amigo, y luego discutan entre los dos qué evento sobrenatural podría intervenir en cada caso. Luego del intercambio de ideas, vuelvan cada uno a su trabajo y escriban… esta parte es individual.

 

Acá va mi ejemplo:

PROBLEMAS DE VERANO

Era temprano. Serían las 9 de la mañana, no más tarde que eso. La niña tenía hambre, y por eso tuve que abandonar el cómodo sillón en el que me había acomodado a mirar el noticiero. Una noticia sobre el clima quedó por la mitad, y yo ya no pude saber si aquel día llovería hacia el final de la tarde.
Me levanté despacio, porque estaba de vacaciones y podía perder el tiempo. Pero los bramidos de la pequeña aceleraron mi ritmo y, de pronto, ya estaba en la cocina. Abrí la heladera y tomé el agua (Glaciar, baja en sodio). Luego vertí exactamente 120 mililitros en la pequeña mamadera de plástico. La llevé al microondas y programé el equipo para que la calentara durante tan solo treinta segundos.
Treinta segundos son muy poco tiempo, y sin embargo el tiempo muerto entre tarea y tarea me invitó a la reflexión. Pensé en que era muy conveniente vivir en este milenio, y disponer de electrodomésticos como el microondas, que facilitan la vida. Mi madre me calentaba la leche al fuego, y seguramente debía dedicar muchos más minutos de su día a la simple tarea de darme de comer… ¿o acaso mi madre tenía microondas, y era mi abuela la desdichada que no podía disfrutar de esta ayuda doméstica?
El aire estaba extraño. Caí en un profundo ensimismamiento, y pronto sentí que ya no podría salir de él. Me sentí más pesada. Sentía como si mi cuerpo se transformara en plomo. Sentía que mi mente era liviana y se elevaba, mientras que mi cuerpo se hundía en la pesadez de una mañana diferente. Treinta segundos son muy poco tiempo, pero esa mañana duraron una eternidad.
De pronto, el bip bip biiiiiip del microondas me despertó rápidamente y supe que era hora de completar mi tarea. Extraje la mamadera con agua y la posicioné junto a la lata de leche maternizada. Abrí el plateado producto y, en su tapa azul, encontré la cucharita que servía, además, como medida. Está siempre en la tapa; quienes elaboran el producto lo pensaron así, para que no se pierda. Una cucharada, dos cucharadas, tres y cuatro. Una por cada 30 mililitros de agua. Luego tapé la mamadera con su correspondiente tapa rosca y, con una mano, comencé a batir.
Usualmente, cuando uno bate polvo dentro de un medio líquido, este se mezcla fácilmente. Cada partícula de leche debía mezclarse con el agua. El agua debía volverse más espesa y adquirir un color claro. En breves instantes, el producto debía estar terminado. Pero ese día había algo en el ambiente, algo extraño… la leche en polvo seguía perfectamente separada del agua, como una isla en medio del océano.
Al comienzo batí la mamadera como siempre, sin prestar atención. Pero al no obtener el resultado deseado, comencé a desesperarme. Tomé el objeto plástico que tanto conocía con ambas manos y lo sacudí frenéticamente. Mientras estaba en movimiento, podía ver cómo el polvo se esparcía dentro del agua, pero sin llegar a mezclarse. Y al dejar la mamadera en reposo podía verla nuevamente: la isla de leche.
Desde la otra habitación me llegaba el llanto estridente de mi pequeña, que esperaba su comida ansiosa. Sus gritos no colaboraron con mis nervios y en la desesperación probé algo diferente. Abrí la tapa de la mamadera y comencé a revolver el contenido con una cuchara. El montículo de leche se deshizo en partículas danzantes que ocuparon todo el espacio. Me apuré a poner la tapa y cerrar la mamadera. Pero al quedar el líquido en reposo, me di cuenta de que no había triunfado.
Pronto regrese al living, donde mi niña me esperaba hambrienta. Todavía tenía la inútil mamadera sujeta entre mis dos manos, y todavía la agitaba sin darme por vencida. En la tele había reaparecido el hombre que, en el noticiero de la mañana, informa sobre el tiempo. Esa tarde no llovería, pero yo ya no pude saberlo porque ya no pude escuchar el informe. Todos mis sentidos estabas concentrados en un único objetivo. En un acto de exasperación, sacudí la mamadera mientras saltaba y agitaba mis brazos; todo a la vez.
De pronto, como si desde dentro se ejerciera una presión incontenible, la mamadera se escapó de mis manos, se elevó en el aire y explotó en pedacitos. Mi living se vio transformado en una isla de leche. 

¡Bienvenido 2020!

Bienvenido 4to año de 2020 a un nuevo curso de Literatura.

En esta entrada voy a compartir la actividad con la que vamos a dar comienzo al trabajo del año. Trabajaremos a partir de un poema de Alejranda Pizarnik:

Primera Parte: entre todos

¿Cuál es la imagen que el texto nos presenta respecto del lenguaje?

Segunda Parte: trabajo cooperativo

La idea es que podamos jugar con el poema, que tratemos de abrir distintos análisis sin cerrar ninguno. Por eso, vamos a realizar dos actividades de trabajo cooperativo, con el objetivo de que las diferentes lecturas de cada alumnos nos ayuden a tejer múltiples significados.

El juego de las palabras. Leer las siguientes palabras clave: poder, arma, lenguaje, muerte, silencio, metáfora, lucha, miedo, objetivo. Luego, con estas palabras, construir frases relacionadas con las ideas del poema. Todos tienen que prestar atención, todos tendrán que anotarlas, porque solo a un alumno se le asignará el rol de explicar las frases cuando realicemos la puesta en común.

Brindar preguntas y recibir respuestas. La primera parte es individual y consiste en escribir dos preguntas: una duda sobre el poema, algo que no tengan claro o no terminen de entender, y una pregunta que ustedes puedan explicar a partir de su propio análisis del poema. La segunda parte es grupal y consiste en leer todas las preguntas, escuchar las razones de cada compañero y, entre todos, elegir «la pregunta que se va a formular» más más pertinente y «la pregunta que se va a responder» más interesante. Atención: todos tienen que tener sus preguntas individuales y tienen que saber y poder explicar las elegidas por el grupo, ya que sólo uno será el encargado de realizar la puesta en común.

Tercera parte: individual

Rutina de pensamiento. Palabra, idea, frase.

 

RESULTADO DE LA CLASE

El juego de las palabras:

  • El objetivo de la autora es expresar el poder que tienen las palabras.
  • La autora usa la metáfora de la muerte de los cuervos mostrando así las consecuencias del silencio, y el miedo y efecto oscuro que provocan.
  • Se muestra una cierta lucha entre los contrastes que se representan en el poema, hablar o quedarse callado.
  • La autora usa un cierto lenguaje para crear un tono de advertencia y crear la imagen de las palabras como armas que se pueden usar para bien como para mal.
  • El silencio, guardarse lo que uno siente, es la muerte de todo y genera consecuencias indeseadas.
  • Las palabras son las mejores armas contra el silencio.
  • El poder de las palabras puede causar miedo.
  • Las palabras son como un arma, ya que pueden generar miedo en una persona, dejándola sin nada para decir, llamándola al silencio.
  • La frase «tienen filo, te cortarán la lengua», en relación a las palabras, es una metáfora que hace referencia a cómo el lenguaje puede ser usado como un arma; o sea, las palabras pueden tener graves consecuencias, ya sea lastimar a otro, o a uno mismo. Esto sucede porque lo que decimos puede tener un gran peso y poder sobre nosotros y los demás.
  • El miedo a generar conflicto a través del lenguaje.
  • Se sugiere evitar las metáforas ya que su objetivo es el de mezclar los pensamientos. Aunque incapaces de terminar con la vida de quien los interprete, sí destacan por la habilidad de causar la muerte a las ideas abstractas que quedan escondidas entre líneas.

Brindar preguntas y recibir respuestas:

  • «La pregunta que se va a formular»: ¿El poema se enfoca sola y explícitamente en lo negativo de las palabras? ¿Acostarse en las arenas negras se refiere a morir por el hecho de tener muchas ganas de hablar pero no poder decir nada?
  • «La pregunta que se va a responder»: ¿Por qué dice que las palabras tienen filo y pueden terminar cortándote la lengua? Es una metáfora sobre las consecuencias que pueden tener las propias palabras. ¿Qué representan las arenas? La arena suele representar al tiempo. En este caso, al acostarse en la arena se deja pasar el tiempo sin la posibilidad de expresarse.

EJEMPLOS DE RUTINAS

 

Pensar la literatura argentina: primer trabajo escrito del año

Consigna de trabajo: 

A partir de la lectura del cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar y de una de sus clases impartidas en la universidad de Berkeley, y tomando en consideración su biografía, escribir un ensayo argumentativo que permita sostener alguna de las siguientes hipótesis:

  • “Casa tomada”, cuento escrito por Julio Cortázar, es un texto que participa de la literatura argentina.
  • Julio Cortázar puede ser considerado como un modelo del escritor argentino e incluso del escritor latinoamericano.

Para resolver las consignas, deben tener en cuenta:

Las actividades realizadas sobre el cuento «Casa tomada», y el cuadro sobre la literatura argentina que elaboramos entre todos.

PRIMER TRIMESTRE: PENSAR LA LITERATURA ARGENTINA

UN TEXTO DE LITERATURA ARGENTINA

 

UN TEXTO DE LITERATURA ARGENTINA

CASA TOMADA, JULIO CORTÁZAR

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.

-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

CONSIGNA DE TRABAJO: a partir de las ideas elaboradas durante la última clase y sintetizadas en un cuadro publicado en la entrada anterior, considerar por qué este texto participa de la literatura argentina.